No existen dos narices que sean exactamente iguales. Existen tantos tipos como personas y, además, la forma de este órgano está muy determinada por cada individuo y por su procedencia étnica y geográfica.
La forma de la nariz depende, a su vez, de los huesos y el cartílago nasal, cómo están desarrolladas estas estructuras. La adaptación al clima y los factores externos también ha ido conformando distintos tipos de narices. Por ello, si crees que puedes darle un nuevo aspecto estético a la forma de tu cara, aquí van algunas recomendaciones sobre rinoplastia en función de tu tipo de nariz.
Nariz ancha
La nariz ancha se da sobre todo en hombres y en algunas etnias. Una nariz luce muy ancha cuando la piel que la recubre es excesivamente gruesa o cuando la estructura ósea subyacente también es más amplia de lo normal.
Se suele considerar que una nariz es ancha cuando su anchura, incluidas las alas y las fosas nasales, es mayor que la distancia que hay entre los ojos. También cuando el puente o el dorso de la nariz supera el 80 % de las fosas nasales.
En estos casos, se puede proceder con tres tipos de rinoplastia: la tradicional, la alarpastia y la rinoplastia ultrasónica.
- La primera intervención consigue estrechar el puente nasal, pero puede producir fracturas de hueso si no se ejecuta por personal experto.
- La alarplastia se produce cuando la nariz es demasiado bulbosa en la punta, pues con ella se adelgaza y remodela el cartílago de las fosas nasales.
- Finalmente, la rinoplastia ultrasónica es un método más avanzado y menos dañino, con pocas opciones de sufrir complicaciones.
Nariz grande
Una nariz grande es aquella que sale mucho de la cara en posición de perfil. Las personas que se interesan por una rinoplastia en estas situaciones consideran que su nariz es muy grande con respecto al tamaño de su rostro.
En esas situaciones, las intervenciones buscan alcanzar una mayor armonía con el resto de la cara. Las cirugías pueden realizarse para elevar la punta, reducir el ancho nasal o directamente hacer más pequeña la nariz. Para ello hay que romper y raspar parte de la estructura ósea.
En función de las características de cada paciente se pueden promover distintas técnicas: rinoplastia abierta, cerrada, etc. Por otra parte, hay quien busca intervenciones añadidas, que es lo que se conoce como rinoplastia secundaria, para tratar complicaciones de otros procedimientos o mejoras posteriores.
Nariz giba nasal
La giba nasal es una joroba o protuberancia en la zona superior de la nariz. En el perfil nasal se observa como una loma que sobresale del resto del conjunto. Puede aparecer tanto por una lesión como por la propia genética del paciente.
Las personas que desean reducir esa protuberancia lo hacen por cuestiones estéticas o por complicaciones respiratorias. En esas situaciones, el trabajo del cirujano consiste en reducir el cartílago del puente nasal. Otra posibilidad es que haya que corregir la parte ósea. En ese caso se lima la giba o caballete mediante instrumental ultrasónico que ayuda a reducir los moratones, edemas y la hinchazón del rostro, además de conseguir un pulido muy preciso.
Para actuar sobre la parte cartilaginosa, se corta el cartílago y se reconstruye la válvula nasal en la parte superior de la nariz. De este modo se elimina la joroba y se favorece una mejor respiración. La intervención es completa, una rinoplastia integral que también ayuda a corregir otros problemas como la punta caída, el tabique nasal desviado o el labio superior corto.
Nariz aguileña
Esta tipología se denomina así por la forma curva de la nariz que la asemeja al pico de un halcón o un águila. La mayoría de los procedimientos para corregir la nariz ganchuda o aquilina tienen por objetivo mejorar el aspecto estético, no se deben a problemas de salud o cualquier otro inconveniente.
La cirugía de nariz aguileña implica el modelado de huesos y cartílagos nasales para ajustar el tamaño y la forma. Estas intervenciones son muy similares a las de nariz con giba. Además, son procedimientos de tipo rinoplastia abierta, generalmente ultrasónica, que no registran muchas complicaciones.
Igualmente, en algunos casos se puede confiar en la rinomodelación, una alternativa a la medicina estética que permite modificar la forma de la nariz mediante la inyección de ácido hialurónico, aunque los resultados no son permanentes.
Nariz torcida
La nariz torcida se corrige mediante el procedimiento de septoplastia. Este problema es tanto funcional como estético y ocurre cuando el eje facial, que va desde la ceja a la punta de la nariz, se desalinea.
Cuando la línea se tuerce para un lado u otro estamos ante una nariz torcida o laterorrinia. Los huesos nasales y del tabique nasal están desviados y la nariz se inclina hacia un lado. Este problema puede ser consecuencia de una lesión o bien deberse a motivos hereditarios.
La laterorrinia se puede corregir a través de distintos tratamientos:
- con injertos de cartílago o grasa para corregir los tejidos deficientes,
- con la reparación de las zonas más desviadas en el tabique,
- o bien mediante la incorporación de zonas asimétricas y séptum.
Hay muchas formas de nariz, tantas como tipos de personas, pero para cada una de ellas existe un procedimiento de tipo rinoplastia que puede ser eficaz en el objetivo de conseguir buenos resultados estéticos, anatómicos y funcionales.