Bótox

El bótox es el procedimiento de medicina estética facial más solicitado en el mundo. Aunque el nombre más extendido para este tratamiento es el de bótox, el término técnico es rejuvenecimiento facial con toxina botulínica.

Algunos estudios señalan que este tratamiento supone cerca del 60 % de todos los procesos faciales médico-estéticos en el mundo, tanto en hombres como en mujeres. El objetivo de esta intervención es combatir arrugas como las del entrecejo, la frente o las patas de gallo. Todas ellas forman parte de las llamadas líneas de expresión, que envejecen de forma prematura el rostro, le aportan un aspecto más cansado, y acaban repercutiendo en el estado de ánimo.

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Preguntas frecuentes

El bótox facial se realiza con unas microinyecciones en puntos muy concretos del rostro, pero siempre en el tercio superior de la cara: frente, patas de gallo y entrecejo.

La técnica consiste en infiltrar con una aguja extrafina esas microinyecciones de toxina botulínica en el músculo de la zona a tratar.

La toxina consigue relajar el músculo e inhibir el movimiento. La pérdida de movilidad muscular hace que las arrugas no se pronuncien. Además, el bótox modifica la secreción de glándulas sudoríparas y sebáceas.

El resultado es un rostro más relajado y rejuvenecido, sin presencia de arrugas y líneas de expresión. Y todo ello, sin perder la expresividad y la naturalidad.

Como hemos adelantado, bótox es el nombre genérico que se le da al tratamiento de rejuvenecimiento facial, pero se realiza con toxina botulínica. Este medicamento está comercializado en España por varios laboratorios. Laboratorios Allergan es quien ofrece la toxina más conocida. Una segunda opción es Azzalure, distribuida por Laboratorios Galderma. La tercera alternativa es Boocuture, de Laboratorios Merz. Las tres opciones ofrecen resultados muy similares.
Este tratamiento comienza a ser apreciable a partir de los cuatro o cinco días después de la intervención, y sus resultados son muy visibles pasadas dos semanas. El cambio en la expresión facial es moderado, progresivo.

Hasta los tres meses después de la intervención, en el que se mantienen estables los resultados. A partir de ese tiempo, los pacientes ya comienzan a experimentar una recuperación lenta pero continua de la movilidad en las zonas tratadas.

En las primeras intervenciones se puede repetir el proceso cada cuatro o cinco meses, pero a partir de los dos años manteniéndolo como tratamiento habitual, lo recomendable es volver al centro de medicina estética cada seis meses.

Respetar esa periodicidad es clave para que la intervención sea eficaz, pues aplicar bótox con un intervalo inferior al recomendado aumenta las posibilidades de que el organismo forme anticuerpos frente a la toxina.
El bótox facial es un tratamiento que no requiere anestesia, no obliga al paso por el quirófano y no es doloroso.

Las microinyecciones en una misma sesión pueden ser una o dos por un tiempo de 15 minutos y los resultados son casi inmediatos.

Este procedimiento no produce efectos adversos de gravedad y apenas tiene contraindicaciones. Solo deben excluir esta técnica las personas alérgicas a los excipientes o la neurotoxina, quienes padezcan alguna enfermedad neuromuscular y las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.

Tampoco aparecen grandes complicaciones ni impide la vida normal tras la intervención, únicamente eritema o hematoma que desaparece en pocos días. Solo hay que tener precaución con la exposición solar y la utilización de cremas en los días posteriores.

El bótox es una técnica muy segura y poco invasiva. Ofrece un alto grado de satisfacción en los pacientes y es compatible con otros tratamientos de rejuvenecimiento facial.

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